Da asco andar por las calles de Sevilla; hay basura por todas partes. Algo menos en el centro. No puedo decir que conozca toda la geografía española al detalle, pero sí he visto un buen número de ciudades como para decir que Sevilla es una de las ciudades mas sucias de España. De hecho, por si pudiera parecer una apreciación subjetiva, veo mi opinión amparada por un reciente Estudio sobre la gestión de residuos urbanos y la limpieza en las calles, elaborado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sobre 59 ciudades españolas.
En dicho estudio donde aparece Oviedo como la ciudad más limpia de España, Sevilla aparece en el puesto 58. Sólo Jaén tendría el dudoso honor de ganarle a Sevilla como ciudad más sucia de nuestro país.
Los pequeños arrojan basura al suelo; los jóvenes arrojan basura al suelo, y los mayores, padres de esos pequeños y jóvenes a los que deberían educar, también arrojan basura al suelo. Sálvese quien pueda, que al parecer es (somos) una minoría. No hay más que pasarse por los alrededores de un colegio o instituto para corroborar lo que afirmo. No hablo ya de botellonas, u otros lugares de encuentro parecidos.
No sé qué opinan de esto los típicos sevillanos; esos chovinistas de mentalidad provinciana que son tan “grasiosos” y que a la menor oportunidad te largan eso de que “Sevilla es lo mejó der mundo”, y que “aquí en Sevilla hay que morí”. De vergüenza y de asco, no?
Es indudable la belleza de nuestra ciudad en su conjunto; rincones, casas, calles, monumentos, etc. Belleza que además se adorna con esa luz tan bonita que se derrama sobre nosotros. Pero los sevillanos la habitan como una porqueriza. Ya decía el poeta Antonio Machado –sevillano, por cierto- en uno de sus poemas: “Sevilla, sin sevillanos, ¡qué maravilla!.Otro día hablamos de las mierdas de los perros en las aceras, vale?
En dicho estudio donde aparece Oviedo como la ciudad más limpia de España, Sevilla aparece en el puesto 58. Sólo Jaén tendría el dudoso honor de ganarle a Sevilla como ciudad más sucia de nuestro país.
Los pequeños arrojan basura al suelo; los jóvenes arrojan basura al suelo, y los mayores, padres de esos pequeños y jóvenes a los que deberían educar, también arrojan basura al suelo. Sálvese quien pueda, que al parecer es (somos) una minoría. No hay más que pasarse por los alrededores de un colegio o instituto para corroborar lo que afirmo. No hablo ya de botellonas, u otros lugares de encuentro parecidos.
No sé qué opinan de esto los típicos sevillanos; esos chovinistas de mentalidad provinciana que son tan “grasiosos” y que a la menor oportunidad te largan eso de que “Sevilla es lo mejó der mundo”, y que “aquí en Sevilla hay que morí”. De vergüenza y de asco, no?
Es indudable la belleza de nuestra ciudad en su conjunto; rincones, casas, calles, monumentos, etc. Belleza que además se adorna con esa luz tan bonita que se derrama sobre nosotros. Pero los sevillanos la habitan como una porqueriza. Ya decía el poeta Antonio Machado –sevillano, por cierto- en uno de sus poemas: “Sevilla, sin sevillanos, ¡qué maravilla!.Otro día hablamos de las mierdas de los perros en las aceras, vale?
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