domingo, 30 de noviembre de 2008

¡UGH,UGH!

En el gimnasio al que voy por las mañanas desde hace tiempo, vengo observando un fenómeno que no sé cómo catalogarlo, pero se me ocurre que le podríamos llamar el ”síndrome autista del saludo” (con perdón de quienes sufren este trastorno neuropsiquiátrico del desarrollo)

Consiste tal síndrome en la ausencia total de comunicación hacia los ya presentes cuando una persona –casi siempre joven- entra en la sala de aparatos o de las ciclo-estáticas, da igual. Para aclararnos con la edad. Entendamos aquí por joven a quienes tienen entre 18 y 30 años. Cuanto más joven más síndrome de autista del saludo.
No soy yo precisamente un defensor ultra de aquello que nuestros padres y abuelos llamaban reglas de “urbanidad” (discutibles muchas de ellas). Paro hay conductas en nuestra sociedad que ya no es que tengan que ver con la educación, sino con la relación social entre personas que ya han superado la etapa de los primeros homínidos de nuestra historia. Es más, estoy seguro que cualquier Neanderthal, al entrar en la cueva al regreso de su cacería, dirigía al menos un ¡Ugh ¡ o sonido gutural parecido a sus congéneres. El ser humano es un ser social, con una herramienta poderosa y única de comunicación: el lenguaje; ese que podría utilizar más de uno (y una) como señal de reconocimiento a alguien de su misma especie que acaba de encontrar. ¿ Tan difícil es un “Buenos días”, o un “Hola”? Aunque ahora que lo pienso, puede que no seamos de la misma especie. Así y todo, yo me conformaría con un simple ¡Ugh!

viernes, 28 de noviembre de 2008

¿ ME ESTOY HACIENDO VIEJO ?

Recuerdo que cuando mis hijos eran pequeños, a pesar de que hormonas y neuronas los agitaban por dentro, atendían a algunas de mis explicaciones, argumentos o consejos, y aunque mi mujer y yo hemos procurado educarlos con un pensamiento crítico de las cosas de la vida con la idea de que fueran formándose su propio criterio , lo cierto es que la naturaleza pone siempre de su parte y ellos nos tomaban como referencia en algunas de sus actitudes y opiniones.

Es lógico y normal. Cuando somos pequeños buscamos espejos donde mirarnos y, de forma más bien inconsciente, repetimos tics o pautas de conducta de nuestros padres.

Curiosamente el otro día me sorprendí constatando que a estas alturas de la vida en que mis hijos son ya mayores, de edad incluso, me veo en muchas ocasiones respecto a ellos con los papeles cambiados. Aprendo cosas de ellos; más de lo que ellos se imaginan. Pero no sólo en conocimientos sino en juicios y actitudes. Uno me contagia su percepción vitalista y su optimismo; el otro su análisis sereno y su templanza. Por el ”chico” empecé a picarme otra vez con el deporte (ahora hago fitness y bicicleta), y por el grande retomé mi antigua afición a la fotografía.
Pero ya digo, éstos dos últimos son ejemplos anecdóticos aunque para mí importantes. Lo que más me sorprende es que muchas veces me veo mirándome en el interior de ellos. Y me agrada.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

AMNESIA SELECTIVA




Ahora va esa panda de cuervos de la Iglesia con Rouco Varela a la cabeza y se deja caer con que hay que olvidar; que la memoria histórica solo servirá para desenterrar rencores y alterar la convivencia pacífica de los españoles.Y esto lo dice el máximo representante en España de una institución que no para de canonizar mártires de la guerra civil. De un solo bando, claro; el suyo; el de los de siempre; el de los "de toda la vida". Se ve que su memoria es selectiva.Hace falta ser cínico. Porque estos elementos, durante años, no han parado de socavar la convivencia democrática de los españoles con sus arengas desde el púlpito, encaminadas éstas a desestabilizar un gobierno elegido democráticamente.Ellos saben-ya lo experimentaron durante la pasada guerra civil española- que sus soflamas avivan los ardores patrios del facherío; ese que defiende sus intereses -el de ambos- que nada tienen que ver con el más allá, sino con esos bienes terrenales contra los que tanto predican en sus homilias sobre la sociedad materialista.Así que no nos hablen más de olvidar. Perdonar sí, pero olvidar no. Vamos, tan es así que ya iré recordando con datos históricos muchas de las cosas que Rouco y sus secuaces quieren que olvidemos. O que no conozcamos.