martes, 2 de diciembre de 2008

CADA UNO A SU BOLA

No sé si será el ritmo de vida de las ciudades, si la despersonalización de quienes las habitan o si son las neurosis de los tiempos modernos, pero la gente cada vez va más a su bola e ignora o desprecia a los demás. Y suele suceder esto en todas las parcelas de nuestra vida cotidiana.

Si vas un comercio tipo Carrefour la cajera (o cajero), conforme te pasa los artículos por el escáner, te los irá amontonando mientras las botellas de agua o de vino te aplastan los yogures, o la lata de aceite te despanchurra la media docena de huevos. Si vas conduciendo, tienes que actuar como si todo el mundo fuera borracho. El personal parece que va solo por una gran pista de autos de choque. De los intermitentes para avisar de las maniobras a los demás ni hablamos.

En las comunidades de vecinos, normalmente todo el mundo pasa de todo, y la gente lo quiere es soltarla cuanto antes procurando evitar pringarse lo más mínimo. Bueno, aquí habría algo que matizar: siempre hay algún pejiguera que ejerce de tal mientras no le toque a él la presidencia.

En muchas ocasiones voy andando por la acera y me encuentro con un grupo que viene de frente (amigos o familia) a modo de cartel de película tipo “Los 7 magníficos”.Todos juntitos; a lo ancho; el número de ellos en proporción al ancho de la acera. Y hasta que no te pones a la altura de darles un beso en la boca no se aparta alguien para que pases. ¿Qué pretenden? ¿Qué te pegues a la pared como una salamanquesa?
Quizás este tipo de comportamiento vaya de la mano del desarrollo –también demográfico- de las metróplis de nuestra era, pero es un síntoma inequívoco de deshumanización. Y también de egoísmo.

2 comentarios:

Nesta dijo...

Y si alguna vez te cruzas con alguien que levanta el paraguas antes que tú en un día de lluvia, puedes darte con un canto en los dientes.

ANA dijo...

Es un tema de egoismo y de educación. Un beso.