miércoles, 24 de diciembre de 2008

CAPERUCITA Y EL LOBO


Hace unos días, leyendo un artículo sobre la tolerancia con el que coincido plenamente, me vino algo a la memoria: Me comentó una amiga en una ocasión, que el profesor de una de las asignaturas que tenía en la carrera, les planteó un día un ejercicio con el objetivo de que aprendieran a razonar y aportar diferentes argumentos sobre situaciones preestablecidas. De esta forma, aprenderían a desmontar falacias construidas artificiosamente y dadas por buenas por nuestra sociedad.

La cosa giraba en torno al cuento de Caperucita y el lobo y comenzaba más o menos así:

Vamos a ver-decía el profesor- ¿Caperucita era una niña buena o mala?
Casi todo el mundo respondía mecánicamente: -¡Buena!.
-Pues no. Porque a pesar de los consejos de su madre, se comportó como una niña desobediente y en medio del camino del bosque se paró a hablar con el lobo.

Siguiendo esta misma línea argumental llegaron a la conclusión de que la madre de Caperucita tampoco era buena; es más, era mala e irresponsable. ¿A qué madre en su sano juicio se le ocurre enviar a su hija sola por el bosque para que la devore el lobo?. El lobo, tampoco era malo; ni bueno. Era simplemente un animal que obedecía a su instinto de supervivencia. El ejemplo del profesor terminaba un poco subido de tono preguntando si la abuela era mala o buena. Concluía que era una puta. Si no, ¿Qué hacía una mujer viviendo sola en una cabaña en medio de un bosque y rodeada de leñadores?.

No hay comentarios: