lunes, 22 de diciembre de 2008

NI UN DURO(EURO)



Este año, como es norma, termina el sorteo de la Lotería de Navidad y no me ha tocado nada; alguna vez he cogido un reintegro, pero nada de nada. Vuelve a recobrar sentido la sentencia de que lo importante es tener salud, y dejo atrás otro de los episodios propios de estas fechas.

Sin embargo, todos los años experimento una verdadera sensación de alegría cuando en la pantalla de mi televisor veo a las personas que han sido agraciadas con algún premio. No lo puedo evitar, ni quiero. Veo esas caras felices y disfruto. No sé si será por empatía o por un recóndito egoismo que activa algún resorte en mi mente por el cual me hace disfrutar cuando los demás son felices; sin hacer daño a nadie, eso sí.

En esos momentos ni me paro a pensar si los agraciados son buenas o malas personas; si están necesitados de dinero o no; simplemente tengo la sensación de que en ese momentos ningún pensamiento abyecto pasa por sus mentes. Después, más tarde o temprano, cada cual será fiel a su condición, pero en los primeros momentos después de saberse agraciados por la diosa fortuna sus caras de felicidad a mí me producen alegría.

No te digo si un día me tocara a mí.

No hay comentarios: