jueves, 15 de enero de 2009

INSPECCIÓN DE TRABAJO: UN CAMELO


Uno de mis hijos se encuentra de baja laboral a causa de los dolores de espalda que está sufriendo. Además tiene la preocupación sobre lo que le va a suceder con su puesto de trabajo, ya que es temporal. Lleva en esta situación diez días y ya le han citado de la Mutua Laboral para controlarlo. Yo me quedé helado cuando me lo dijo, porque entiendo que se intente perseguir el fraude, pero atendiendo a unos criterios razonables y de sentido común. No es la misma situación la de un funcionario o un empleado de banca fijo con 15 o 20 años de antigüedad que lleva tres meses de baja con un lumbago, que el caso de un trabajador eventual con un contrato por obras y servicios que lleva algo más de una semana de baja.

Es una lástima que no pongan tanto interés en perseguir el fraude empresarial; ese que está instalado en nuestro país desde hace siglos. Trabajadores a los que no les permiten coger vacaciones; a los que se les obliga a echar horas sin cobrar (ni en metálico ni en descanso); a los que se les altera la fecha de alta en la empresa; a los que se les coacciona de mil maneras con la amenaza de la cola del paro, etc., es el panorama que presenta esta España de chorizos que campa a sus anchas robando a los trabajadores. Bien que destina medios el Estado en vigilar y sancionar en asuntos de tráfico. 8.850 guardia civiles (no hablamos de policías locales) frente a 850 inspectores de trabajo. 2182 muertes en la carretera, frente a 1100 muertes en accidentes laborales en el pasado año. La proporción comparada en ambos casos lo dice todo. Está clarísimo, por tanto, a quién se persigue y se castiga en España, y con quien se hace la vista gorda.

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