domingo, 24 de mayo de 2009

Manolo Jiménez


Vaya por delante que no soy uno de sus defensores como entrenador del Sevilla FC. No me gusta como juega mi equipo y mis impresiones como socio en la grada desde que Manolo Jiménez lo entrena se han dividido entre el aburrimiento de las ovejas y el sufrimiento de infarto para remontar los partidos cuyas primeras partes se arrojaban a la basura del desencanto.

No obstante, jamás se me ha ocurrido silbarle o increparle porque, por educación, merece un respeto personal, pero además, es el entrenador de mi equipo, y yo sé de qué lado estoy. Estoy con los míos. Me viene a la memoria un tema de los geniales músicos y humoristas argentinos “Les Luithiers”. ( VOL: I -Ya el sol asomaba por poniente).Se trata de una parodia sobre una oda guerrera en la que en uno de los pasajes, el capitán del ejército grita a sus hombres: ¡¡Disparen!!,¡¡A ellos!!, ¡¡A ellos!!, ¡¡A los de uniforme color caqui!!.

Se estaban matando entre ellos.

Dicho esto, tengo que reconocer que ayer, al final del partido, cuando le vi abrazado con los jugadores rebosándole las lágrimas de rabia y felicidad, me alegré de su éxito; no ya porque es el éxito de mi Sevilla, sino de su éxito como persona y como entrenador. Ha tenido que sufrir ataques por todos los flancos, sobre todos por cierta prensa y ciertos periodistas que sólo han mostrado una inquina personal más que un criterio objetivo a la hora de enjuiciar su labor. Por todo eso, por su personalidad, por su pundonor, por su honradez, vaya desde aquí mi admiración y reconocimiento. Nobleza obliga. Enhorabuena.

No hay comentarios: